martes, 26 de febrero de 2013

Dos años hace...


Podriamos hacer el Torres en invierno.
Esa frase resonava cada temporada desde hace un par de años, pero desgraciadamente los astros lejos de alinearse se empeñaban en hacernos la puñeta.
Cuando no era el curro eran problemas personales o un calentamiento global que poco a poco hace que cada año nieve menos y las condiciones sean cada vez mas peligrosas.
Cojo el móvil y decido jugármelo todo (all in) a una llamada.
Al otro lado responde una voz que, como yo, ansía un poco de libertad y aventura. Casi sin poder creérmelo al día siguiente estamos en el Puerto de San Isidro con las mochilas cargadas de material ( porque de comida sí que no estaban).
  Al cabo de hora y media estamos quemados y reventados de abrir huella en una exasperante nieve aguada y todavía nos quedaba remontar la media ladera hasta llegar al objetivo del día. Hace unos años hubiese mandado a "tomar por culo" el dichoso pico pero, parece que con los años la paciencia ha calado en este impulsivo paisanin que escribe.
 Poco a poco hundiéndome a veces hasta la cintura y recordando fragmentos de vídeos para la motivación consigo llegar a la base del corredor.
 Mi compa llega unos minutos después, decidimos preparar todo el material por si lo necesitásemos de urgencia y comenzamos a trepar embudo arriba.
 Ahora sí que disfrutamos, ahora sí que parece que estamos escalando, cuando nos queremos dar cuenta llegamos a cumbre, hacemos las tomas de rigor y nos dejamos caer canal abajo.
   Vamos dando tumbos durante toda la bajada pues si la nieve estaba mal a la subida...
Cada paso que vamos nos acerca a la cervecita y al repaso de una magnífica jornada.
 A las cinco y media de la tarde nos sentamos en el taburete del bar y pedimos sendos refrescos acompañados de suculentos manjares para celebrar que hemos llegado sin un rasguño.
 No hemos terminado de llegar a casa cuando ya pensamos en lo siguiente que vamos a hacer...
Ojalá que no nos cueste otros dos años hacerlo.